En una ocasión al finalizar un partido de fútbol, le preguntaron al entrenador, ¿buscaron el gol hasta que lo encontraron?, la sabia respuesta del técnico fue: “No buscamos el gol, este llegó como el resultado de jugar bien, del trabajo en equipo, del entrenamiento, de la buena comunicación y del respeto y buen entendimiento que existe en nuestro grupo, aún en los momentos difíciles”.
Una situación similar se vive a diario en el mundo laboral, la productividad llega como consecuencia de múltiples factores, entre ellos las habilidades técnicas (saber hacer) y las habilidades sociales (saber ser). Descubrir estas últimas en los líderes de proceso y fortalecerlas en el resto del personal, es tan importante como tener presupuesto y mano de obra calificada.
Un líder de proceso que posee buen manejo y control de sus emociones sabe cómo actuar cuando se presentan situaciones de tensión, estrés, retrocesos o amenazantes tanto internas como externas. En estos casos será un facilitador para superar la dificultad. Pero si sus habilidades sociales son limitadas (empatía, colaboración, escucha, tacto, “don de gente”…) seguramente será el palo que se atraviese en la rueda.
Asegúrese de que los líderes de su compañía sepan o tengan: