El panorama de vida actual de Juan Alejandro Rendón comparado con su diario acontecer de tres años hacia atrás es tan diferente como el cielo a la tierra, sin embargo hay una verdad que no desconoce, a pesar de que su cuerpo lleva varios años libre de drogas, la tentación siempre está presente, de ahí que su recomendación más importante sea:
“Lo mejor de las drogas es evitarlas,después de que se prueban la vida nunca vuelve a ser igual, salir de ella sí es posible, pero el camino es difícil y borrarlas de la mente, esa sí que es una tarea para el resto de los años”.
Un inicio de gran repetición mundial
A sus 18 años quiso evadir una serie de dificultades familiares: “Yo sólo pretendía escapar de los problemas, inicié probando un poquito de marihuana, entraba en un viaje imaginario, pero después ya el cuerpo me pedía más y más, hasta que terminé por consumir todas las drogas que pudieran existir. Resulté siendo una víctima de mi propio invento, los problemas que al principio se borraban temporalmente, con el paso de los días se veían gigantes, las drogas me hacían entrar en pánico”.
El dilema laboral
Juan Alejandro asegura tener el espíritu de un buen trabajador pero las adicciones lo habían alejado de esa estabilidad que se requiere para ser exitoso en el desempeño laboral. Señala que desde que ingresaba a la empresa sólo estaba pensando en la hora de salir para poder volver a drogarse, no socializaba bien en los equipos de trabajo, se accidentaba en los medios de transporte que le facilitaban (bicicleta y moto) y se equivocaba en labores absolutamente sencillas y mecánicas como empacar productos. Su invitación para los empresarios gira alrededor de convertirse en parte activa de las Redes de Apoyo:
“Reconozco y acepto que soy el único culpable de mi historial con las drogas, pero también pienso que si hubiera recibido el apoyo de los jefes con los que trabajé, habría sido más fácil salir de mi adicción. A los dueños y gerentes de las empresas les digo que no sólo hay que preocuparse por el resultado que los empleados muestren al final de la jornada, si están en sus compañías son personas valiosas y como tal hay que estar atentos tanto al bienestar físico como al emocional”.
Superar la adicción le ha permitido a Juan Alejandro conservar su trabajo durante más de dos años (el tiempo más largo había sido de tres meses) y estar a punto de pasar a ser jefe de cocina en una reconocida pizzería después ingresar como auxiliar y obtener varios ascensos.
Sólo existían dos caminos
Estar alejado de las drogas, señala nuestro personaje tuvo que ver con una decisión definitiva que le plantearon en su casa, seguir la vida solo o ser parte de una familia: “Mi mamá ya tenía problemas de depresión, mi hermana vivía estresada, mi sobrino siempre estaba triste, sólo había un camino: anclarme a ellos”.
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