Escuchar, pensar en el trabajador y ser sensibles a sus necesidades, son pasos importantes que las empresas del país vienen dando con miras a alcanzar mayores logros en sus programas de salud y seguridad laboral. ARL SURA las invita a explorar las diferentes subculturas que viven sus empleados.
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Líderes de proceso con buenas habilidades sociales
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¿Cuántas veces se pueden repetir estas escenas en el mundo laboral?
“Yo me sé al derecho y al revés el procedimiento de seguridad, pero qué va, el día en que el diablo anda suelto, no hay quien lo detenga; por eso yo solo me echo la bendición y a la mano de Dios”.
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“Ahí está todo el equipo de protección personal, pero mi papá me enseñó a ser machito. Yo soy todo un varón, qué me voy a poner a usar guantes y casco, eso es para los flojos”.
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Diagnóstico de las creencias
Este tipo de situaciones son cada vez más comunes, de ahí que para las compañías sea tan importante empezar a incorporar en sus proyectos, diagnósticos o análisis de las diferentes ideas y paradigmas que los trabajadores tienen con respecto a su propia seguridad, con miras a orientar sus estrategias para prevenir los peligros y generar mayor productividad.
Es fundamental establecer compromisos sobre nuestros comportamientos para nuestro cuidado y el de los demás. Desde nuestro esfuerzo individual, podemos impactar nuestro entorno y con nuestro compromiso beneficiamos, además, al cuidado de los otros.
Quien se encargue internamente de llevar a cabo esta investigación, deberá entonces tener entre sus líneas la identificación de:
Mitos y leyendas que se hayan construido en la historia de la empresa, por ejemplo, “Quien pase un mes sin caerse ya está curado, no necesita usar línea de vida”. Este tipo de creencias por lo general tocan el ego de los trabajadores, llenándolos de peligrosas motivaciones.
Rituales o ceremonias como oraciones, “bautizos” por pasar períodos de prueba, o consumo de licor o psicoactivos, con el agravante de creer que con estas prácticas están 100% protegidos.
Uso de símbolos materiales elevados a una categoría superior a la de los equipos de protección personal, por ejemplo, objetos religiosos, manillas y esencias, entre otros, acompañados de frases como “la buena suerte va conmigo”.
Seguimiento y obediencia ciega a líderes naturales que amparados en su experiencia, fortaleza física o habilidades comunicativas, llevan a los equipos en dirección opuesta a las prácticas de seguridad, definidas por cada empresa.
Conceptos de seguridad basados en el paradigma del “destinismo”, reflejados en pensamientos como, “el día que a uno le toque se muere” o “todos nos tenemos que morir algún día, entonces sigo fumando”.
Seguimiento a creencias religiosas como “el día que Dios lo tiene destinado para uno, ese es” o “Dios todavía no lo necesitaba”.
Enriquecer en vez de cambiar
El siguiente paso, será definir acciones que les permitan a los trabajadores y a sus familias enriquecer sus creencias y tradiciones con elementos del cuidado como un valor de vida. Se dice enriquecer y no acabar, pues las creencias no desaparecen y forman parte de la cultura, pero sí se pueden fortalecer con otros argumentos para llevarlas a nuevas categorías.
Cuando entendemos la cultura como algo sistémico, comprendemos que un cambio de comportamientos en cada uno de nosotros, afecta todo: nuestro trabajo, nuestro entorno. Así, ampliamos el alcance de nuestras tareas diarias, para convertirlos en un pensar, sentir y hacer: somos conscientes de que es un proceso, con el cual poco a poco iremos logrando unos objetivos comunes, que se verá reflejado en cambios concretos en todas nuestras relaciones, pero principalmente con nosotros mismos.
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