Tener y seguir adecuados protocolos de comunicación, apoyarse en el uso de sistemas tecnológicos, establecer una buena coordinación entre las áreas de producción, salud y seguridad, son algunas de las estrategias a seguir cuando se trata de prevenir incidentes y accidentes viales en contextos de minas a cielo abierto.
Dentro de estas acciones, implementar un sistema de gestión de la fatiga y de la higiene del sueño, es un aspecto prioritario; teniendo en cuenta que si el ser humano no posee un mínimo control mental y fisiológico de sí mismo, rara vez va a gestionar los demás factores.
Punto de partida
Elaborar un listado de situaciones o condiciones que pueden generar fatiga, estrés y somnolencia. Para el caso de los conductores de equipo minero pesado y liviano se pueden encontrar los siguientes aspectos:
Turnos de trabajo: horario nocturno o en momentos de intenso calor y jornadas hasta de 12 horas.
Condiciones de trabajo: posturas prolongadas, trabajo repetitivo, poco consumo de líquido (agua), exposición a condiciones de ruido y ausencia de lugares de descanso o de sueño.
Factores culturales: alimentación que genera pesadez o somnolencia, comportamientos asociados al machismo, programación frecuente de festividades, consumo regular de licor y adicciones a sustancias psicoactivas.
Aspectos médicos o fisiológicos: desórdenes del sueño como insomnio crónico o apnea del sueño, algunas enfermedades cardiovasculares y baja condición física.
Condiciones que pueden desencadenar en situaciones como:
Microsueño
|
|
Disminución de la capacidad de maniobra
|
Irritabilidad
|
|
Falta de concentración
|
Estrategias de intervención
Saber a quién se va a cuidar. Realizar un proceso de identificación de la cultura de los trabajadores y su grupo familiar.
Diseñar un programa de acompañamiento psicosocial en el que se involucre a las familias del personal, por ejemplo, en hábitos orientados hacia el máximo descanso del personal en sus tiempos libres.
Organizar esquemas de trabajo que permitan la realización de pausas activas cada 2 o 3 horas.
Implementar pruebas de tamizaje para identificar trastornos del sueño.
Disponer de espacios de descanso y de sueño con control de temperatura y demás condiciones de bienestar.
Desarrollar pruebas de alcoholemia y sustancias psicoactivas.
Estimular políticas de reporte de fatigas por parte del personal.
Entrenar a los supervisores en el reconocimiento de signos y síntomas de fatiga y somnolencia.
|